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FRANCISCO DE QUEVEDO
Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, más conocido como Francisco de Quevedo, nació en Madrid el 17 de septiembre de 1580, y falleció en Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645. Conocido sobre todo por su enemistad con el célebre poeta barroco Luis de Góngora, por su defensa del conceptismo como estilo literario y sus múltiples trifulcas políticas, es uno de los poetas y prosistas más importantes de la lengua española. Nacido en el seno de una familia aristócrata, estuvo ligado a la corte y a las altas esferas del poder a lo largo de toda su vida. Se educó en el Colegio Imperial de los jesuitas, y posteriormente en las Universidades de Alcalá de Henares y Valladolid, centrándose en la teología y los idiomas. Su amistad con el duque de Osuna, y más tarde con el Conde-Duque de Olivares fomentaron su prestigio, llegando a ser Caballero de la Orden de Santiago, si bien tuvo varias caídas en desgracia que lo empujaron al destierro en varias ocasiones. Finalmente, debido a los casos de corrupción que rodeaban al Conde-Duque y las sospechas de éste hacia el autor, fue encerrado en una pequeña celda del convento de San Marcos, del que salió con la salud muy afectada, retirándose definitivamente a la Torre de Juan Abad, desde donde se trasladó a Villanueva de los Infantes, donde murió.
JOSE ESPRONCEDA
(Almendralejo, España, 1808 - Madrid, 1842) Poeta español. Hijo de una familia hidalga de fuerte raigambre militar, estudió con Alberto Lista, de quien se convirtió en aventajado discípulo. Desde muy joven se sintió atraído por la literatura y por la actividad política, aficiones ambas que definirían su carrera futura. En 1823, y a raíz de la ejecución del general Riego, fundó, junto a Patricio de la Escosura, una sociedad secreta en pro de la libertad cuyos jóvenes miembros se hacían llamar los Numantinos. La represión política que siguió al trienio liberal motivó su encierro en un convento de Guadalajara, donde emprendió la redacción de Don Pelayo, poema épico de corte neoclásico que dejó inacabado.
RAFAEL ALBERTI
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